En un Chile donde la música y la lírica parecen haberse masificado, sobre todo a través de la popularización de la ópera en medios como la televisión, internet y hasta las redes sociales, la realidad de las producciones operísticas sigue siendo un desafío que pocos teatros están dispuestos a asumir. En el país, la ópera sigue siendo una joya rara, relegada a ciertos espacios emblemáticos que, si bien han hecho un esfuerzo por mantener viva esta tradición, aún son insuficientes para cubrir una demanda creciente y fomentar el desarrollo de un público especializado en este arte.
Si hay un lugar que, históricamente, ha sido el principal referente de la ópera en Chile, ese es sin lugar a dudas el Teatro Municipal de Santiago. Desde su apertura, el Municipal ha sido el bastión de las producciones operísticas clásicas en la capital, albergando a grandes figuras internacionales y locales, y ofreciendo una programación de primer nivel. Sin embargo, a pesar de su prestigio, la realidad es que el teatro santiaguino sigue siendo el único espacio que ofrece de manera constante producciones 100% propias de ópera, lo que evidencia una escasa diversidad en cuanto a la infraestructura pública y privada dispuesta para apoyar este arte en el resto del país.
La hostil administración del Teatro
Si nos dirigimos hacia el sur, encontramos ejemplos de lo que alguna vez fueron espacios con una rica tradición operística, pero que hoy están de capa caída. El Teatro Municipal de Temuco es uno de los casos más lamentables. Durante las décadas de los 90, 00, y hasta el 2015, este teatro vivió su época dorada, siendo un centro de gran renombre en cuanto a ópera y zarzuela. Sin embargo, en la actualidad, su situación es precaria. La administración del teatro ha sido incapaz de generar los recursos necesarios, debido a una falta de visión y competencia para atraer financiamiento privado y establecer convenios que permitan la continuidad de las producciones operísticas. Esto ha generado una desafección tanto de los artistas como del público, quienes ven cómo un patrimonio cultural se desvanece por falta de gestión.
La crisis del teatro se debe principalmente a una serie de factores administrativos y financieros, lo menciono muy de cerca, ya que pasé por ese espacio en su momento. Si bien el financiamiento es crucial a la hora de producir una ópera, la situación en Temuco demuestra cómo la falta de una estructura sólida de gestión y liderazgo puede hundir incluso a las instituciones con mayor potencial. La clave para el renacimiento de estos espacios es la capacidad de los gobiernos locales, alcaldes, directores y gerentes para trabajar en red y generar alianzas con la empresa privada, sin perder de vista el potencial que la ópera tiene como motor cultural, económico y turístico.
Desafíos y oportunidades en el sur y norte de Chile
El sur de Chile no es el único lugar afectado por la falta de espacios dedicados a la ópera. En el norte, la situación es aún más compleja, ya que la dispersión geográfica y la falta de infraestructura adecuada dificultan la consolidación de producciones de gran envergadura. Las capitales regionales están muy alejadas unas de otras, lo que limita las posibilidades de interconexión cultural. Además, son pocos los teatros en el norte que cuentan con las condiciones técnicas y logísticas necesarias para albergar una producción operística de alto nivel.
Uno de los pocos respiros para la lírica en el norte es el Teatro Municipal de Iquique, que, en un futuro cercano, podría convertirse en un pilar fundamental para el desarrollo de la ópera en la región. A medida que se incrementan los esfuerzos por enriquecer la oferta cultural en esta zona, se espera que el teatro en Iquique juegue un rol clave en el fomento de la ópera y el bel canto, convirtiéndose en un espacio de referencia que abra las puertas para la formación de nuevos talentos y el desarrollo de una audiencia más amplia.
Un horizonte de esperanza: Colectivos y agrupaciones emergentes
Pese a las dificultades, hay luz al final del túnel. En los últimos años, ha comenzado a gestarse una nueva ola de colectivos y agrupaciones dedicadas al desarrollo de la lírica en Chile. Estos grupos, en su mayoría independientes, han logrado revivir el interés por la ópera, no solo en Santiago, sino también en diversas regiones del país. A través de proyectos innovadores y presentaciones en espacios no convencionales, como centros culturales y auditorios pequeños, estas iniciativas están construyendo un público más joven y diverso, y contribuyendo al enriquecimiento de la escena lírica nacional.
A pesar de la escasez de teatros que produzcan ópera de manera constante, el crecimiento de estos colectivos es una señal positiva de que el arte de la ópera no está muerto en Chile, sino que está en proceso de reinvención. Gracias a la pasión y dedicación de estos artistas, la lírica en el país tiene una oportunidad de renovación, una oportunidad que podría extenderse a todas las regiones si se lograra la colaboración entre actores públicos y privados.
La importancia de la colaboración y la visión a largo plazo
El futuro de la ópera en Chile depende, en gran medida, de una visión colectiva y de la capacidad de las autoridades culturales de crear un entorno propicio para el desarrollo de estas producciones de gran envergadura. Si los teatros, directores y alcaldes trabajan juntos en una red de colaboración, y logran atraer inversión privada, podrían transformar la situación de la ópera en Chile. La producción operística no es solo una cuestión de lujo cultural; es una inversión que puede generar empleo, turismo, y un impacto positivo en la educación y el desarrollo artístico.
El desafío está en manos de todos: artistas, gestores culturales, autoridades y la sociedad en general. La ópera es un arte que no solo debe mantenerse en los grandes teatros de las capitales, sino que debe expandirse a cada rincón de Chile. Es hora de que el país reconozca el potencial transformador de este arte y, en lugar de limitarse a la tradicional escasez de recursos, se atreva a imaginar un futuro donde la lírica sea una pieza fundamental de la cultura chilena.
Francisco Matamoros S.
Director Ejecutivo ProEscénica
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