El arte de revelar lo invisible: una lectura sobre "Detrás del telón" de Andrés Rodríguez P.
- ProEscénica
- 8 ago
- 3 Min. de lectura
Por Francisco Matamoros S.
Detrás del telón. 34 años al frente del Teatro Municipal es mucho más que una crónica: es un testimonio vivo del compromiso con la belleza, la música y la cultura hecha desde la gestión y la pasión. En sus más de 400 páginas, Andrés Rodríguez Pérez, quien lideró el emblemático Teatro Municipal de Santiago entre 1981 y 2015, abre la cortina de forma franca y emocionante para compartir fotos, anécdotas, aciertos y tropiezos.

Lo que más cautiva es el ritmo ágil del relato. No se enreda en tecnicismos fríos, sino que se nutre de historias que conmueven: el backstage de un gran concierto, la precisión de un ensayo de ballet, el pulso firme antes de abrir el telón. Todo esto muestra que detrás de cada función hay un entramado humano, técnico y emocional que el público pocas veces percibe. El libro revela hechos desconocidos y sorprendentes que explican la magnitud de lo que, en el escenario, se vive en gloria, y que detrás, se construye con rigor y entrega.
La experiencia de Rodríguez no solo se basa en su rol como director del Municipal, sino también en su mirada profunda sobre el arte y su gestión en contextos de desafíos económicos, políticos y sociales. No rehúye las críticas ni oculta las dificultades, pero las presenta como parte inseparable de una misión que nunca perdió de vista: mantener vivo y relevante un espacio cultural de alto nivel en Chile.
Como lector, me permito sumar una reflexión personal. Yo, Francisco Matamoros, fundador de ProEscénica, leí este libro con especial gratitud. En muchos pasajes, guardando las proporciones, vi reflejados mis propios inicios en la gestión cultural: el esfuerzo silencioso, las conversaciones de pasillo que cambian el rumbo de un proyecto, la tensión de los plazos imposibles y la satisfacción de ver, finalmente, la luz sobre el escenario. Detrás del telón me recordó que las grandes gestiones culturales no nacen de la comodidad, sino de la perseverancia y la convicción de que el arte debe llegar a las personas, incluso cuando los recursos son escasos y las adversidades abundan.
Otro acierto del libro es su cuidada edición, que incluye más de 100 fotografías. No son simples acompañamientos visuales, sino que capturan instantes cargados de significado: la sonrisa de un artista en camerinos, la concentración de un músico afinando su instrumento, el instante previo al aplauso. Son imágenes que hablan tanto como el texto y que invitan a volver una y otra vez a sus páginas.
En definitiva, Detrás del telón es una obra que todo amante de las artes escénicas, gestor cultural o espectador curioso debería leer. Es una invitación a comprender que la cultura no se improvisa: se construye con constancia, sensibilidad, visión y, sobre todo, la voluntad de transformar la escena. Personalmente, lo recibo como un recordatorio de que cada función, cada proyecto y cada apuesta creativa, por pequeña que parezca, es parte de una historia mayor que también estamos escribiendo.
Gracias Andrés, por abrir este archivo vivo del teatro y revelar, con generosidad y detalle, aquello que normalmente queda entre bastidores.
Agradezco especialmente a Ediciones El Mercurio por habernos acercado este texto. Su colaboración fue fundamental para poder realizar esta lectura y dar forma a la presente columna, que nace como un homenaje a la memoria, la gestión y la pasión por las artes.




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